Filosofándonos

"Si es necesario filosofar, es necesario filosofar. Si no es necesario filosofar, de todos modos es necesario filosofar, porque sólo filosonfando se puede demostrar la necesidad de prescindir de la filosofía". Agustín de Hipona.

miércoles, marzo 29, 2006

La fragilidad del tiempo

Es por muchos conocida aquella sentencia que sostiene que el tiempo perdido no se recupera, y yo ampliaría (o la haría más explícita, según desde dónde se lo vea) diciendo que todo aquello que se halla en el pasado lentamente se hunde y desaparece en las arenas movedizas del tiempo.

Ahora bien, no todo lo que es pasado, es decir, no todo lo que por su calidad de ya haber pasado se pierde de manera completa e inexorable. Casi siempre queda algún vestigio, alguna huella, y a partir de allí pareciera ser posible “conservar” algo de ese pasado.

Acá creo que sería lícito hacer algunas distinciones en cuando a esto que se “conserva”. Para no extenderme demasiado simplemente estableceré dos distinciones: una, que podríamos llamar huellas o vestigios tangibles, y otra, que la podríamos denominar huellas o vestigios intangibles. Entonces se nos sería posible conservar algo de ese pasado, aunque la duración de esta conservación no sea perpetua.

Con tangible se quiere referir justamente a todo aquello que de alguna manera es algo material, como, p. ej., pueden ser los libros. Y con intangible se estaría haciendo referencia a un tipo de conservación cuyos soportes pueden ser, p. ej., la palabra (lo que se suele llamar transmisión oral), o bien, el recuerdo, tanto individual como compartido.

Pero a pesar de estas posibilidades que tenemos para conservar el pasado no todo resulta tan sencillo. Son muchos los instantes que indefectiblemente se pierden (y el tiempo presente quizá no sea más que el transcurso de efímeros instantes).

Es como si fuera que lo único que podemos conservar del pasado no son más que borrosos fragmentos cuyos pequeños detalles siempre se nos escurrirán.

Un ejemplo más o menos concreto podrían ser estas palabras que estoy escribiendo, cuando haya pasado el tiempo y alguien o yo mismo las vuelva a leer, se las podrá tomar como una huella o vestigio de este hoy, de este ahora; pero muchos pequeños detalles no podrán ser conservados, y los que los puedan ser quizá no sean del todo relevantes, como tal vez lo puedan ser en este momento.

Hoy pasará a ser un día perdido (confundido, no del todo distinguible) en el pasado. Quizá, más adelante, recuerde cuándo escribí estas palabras, pero sin duda lo voy a hacer de una manera un poco vaga o muy general, y que por ser justamente general se han de perder esos pequeños detalles, o bien, quizá no tenga demasiada importancia.

Sino fijémonos en lo que está sucediendo ahora, ustedes están leyendo estas palabras pero no todo resulta relevante, como puede ser que hoy sea un día jueves 9 de febrero y el reloj marque las 10 hs (si es a.m. o p.m. no creo que lo van a poder saber, como así tampoco van a poder saber de qué es el sonido que viene desde afuera de esta habitación, etc.-ni lo que encierra este “etc.”-).

Y como sucede en este caso, sucede en prácticamente todos. Por lo que ni aun estas palabras podrán escapar al paso del tiempo, bueno, mejor dicho, las huellas o vestigios que aunque de manera fragmentaria ellas hoy pretenden aquí dejar.

jueves, marzo 02, 2006

Acerca de la felicidad (como siempre, sólo algo sobre ella)

La felicidad, una de esas grandes preguntas: ¿en qué consiste? Sin duda que es difícil dar una respuesta que sea completamente abarcadora y satisfactoria en todos los casos.

En la Ética Nicomáquea (Libro I, cap. 4) Aristóteles dice que podemos estar de acuerdo en que el mayor bien es la felicidad, la dificultad pareciera comenzar cuando tenemos que especificar en qué consiste. Y algo interesante que señala Aristóteles es que aquello que podamos postular como “felicidad” no sólo puede variar de persona a persona, sino que también puede variar en un mismo sujeto, porque, p. ej., si estamos enfermos quizá digamos que la felicidad consiste en tener salud, o si estamos mal económicamente quizá digamos que la felicidad consiste en tener dinero; y esto puede darse en una misma persona según la situación que atraviesa.

Entonces algunas de las preguntas que podrían surgir quizá sean: ¿es la felicidad algo único
-uno-?, es decir, ¿es plausible decir “la felicidad es esto o consiste en esto y en esto otro no”? Porque sin duda no todo lo que hacemos nos hace feliz, o mejor dicho, no en todo lo que hacemos hayamos felicidad, por lo que no sería tan sencillo sostener que la felicidad se encuentra en todos lados y en cada una de las cosas que hacemos.

Más que nada cuando se habla de la felicidad pareciera que se quiere hacer referencia a una felicidad continua, duradera, y no a algo fugaz o efímero. Porque en definitiva, creo yo, una persona aspiraría a un estado de felicidad más permanente o estable, y no a uno que sea tan sólo momentáneo. Y hay quienes dicen que justamente conocemos lo que es la felicidad a través de los diferentes instantes en los cuales nos sentimos felices, pero que eso es solamente para que sepamos que existe, para que sepamos a lo que podríamos aspirar. Algo así como que un instante feliz es una mínima parte de la Felicidad (así, con mayúscula).

Pero nuevamente la cuestión: esa Felicidad ¿será algo único, uno?, ¿o habrá múltiples Felicidades? Si decimos que la Felicidad es una nos enfrentaremos al problema de qué consiste, porque como se intentó mostrar con Aristóteles, la felicidad puede variar tanto de persona a persona e incluso en una misma según la situación en la que se encuentra. Pero ante esta conflictiva podríamos tentarnos de inclinar a la segunda alternativa, y sostener que la felicidad no consiste en una sola cosa, sino que puede consistir en cosas múltiples, es decir, la felicidad (o Felicidad) puede consistir tanto en esto, en aquello o en esto otro, dependiendo de quién sea la persona y en la situación en la que se halle.

Esta última alternativa pareciera suscitar lo siguiente: ¿habrá, entonces, quienes sean más felices que otros?, es decir, aquello que “acumulen” o “cosechen” mayor felicidad que otros, ¿serán más felices?

Para intentar ser más gráfico, supóngase que digamos que a la felicidad la podemos hallar en estas, p. ej., 100 acciones, actividades, aspiraciones o posesiones, ¿es más feliz o tiene mayor felicidad aquel que cuenta con, p. ej., 90, que el que cuenta con 1 o 2?

La respuesta que me gustaría sostener es que no, que no cuenta con mayor felicidad, pero intentemos esbozar cómo podría ser la argumentación de alguien que dijese que sí.

Si decimos que la felicidad es múltiple estamos admitiendo que hay distintos tipos de felicidades (en una primera instancia, porque en el fondo la “sensación” o “estado” tendría que ser el mismo o similar). Ahora bien, la acción (actividad, aspiración o posesión) previa a esa sensación o estado de felicidad es la que varía, por lo que la “experimentación” de la felicidad es diferente. Y pareciera que aquel que pueda “experimentar” la mayor cantidad de situaciones, disfruta la felicidad de otra manera, es decir, con una especie de “extra” o “plus”.

Y ahora, para brevemente referir a la respuesta negativa que he mencionado, citaré unos párrafos de la Carta LXXXV de Séneca (de su Cartas morales a Lucilio), que resume bastante bien la cuestión:

“Hay quien come más, hay quien como menos, pero, ¿qué importa? Ambos quedan saciados. Hay quien bebe más, hay quien bebe menos, pero, ¿qué importa? Ambos ha apagado la sed. Hay quien ha vivido más años, y quien ha vivido menos, pero no importa si los años del primero le hicieron igualmente feliz que los pocos del segundo. Aquel que tu llamas menos feliz no lo es, pues la palabra feliz no admite diminutivo.”


Para concluir me gustaría retomar nuevamente lo dicho sobre la felicidad permanente o estable, a diferencia de la que puede ser fugaz o efímera. Que exista (supóngase que existe) una felicidad momentánea, fugaz o efímera, no necesariamente significa o garantiza que exista una felicidad permanente o estable, o Felicidad (esperando que la mayúscula haga más explícito al sentido amplio al que se quiere hacer referencia).

Porque como se ha dicho al principio de este escrito, se torna algo dificultoso establecer en qué consiste la felicidad, aunque más que en qué consiste, me parece que la cuestión primera es contar con la certeza de si existe o no (es decir, si existe la Felicidad o sólo momentos de ausencia de pesadumbre), después de eso nos podríamos preocupar en si es alcanzable o no, o en qué consiste y en qué no.