Filosofándonos

"Si es necesario filosofar, es necesario filosofar. Si no es necesario filosofar, de todos modos es necesario filosofar, porque sólo filosonfando se puede demostrar la necesidad de prescindir de la filosofía". Agustín de Hipona.

miércoles, abril 26, 2006

¿Por qué no?

Me podrán decir que es algo extravagante lo que voy a plantear, pero, ¿qué es lo que nos asegura la certeza del mañana?, ¿nos la da acaso la simple deducción “ante de ayer hubo un mañana, y ante ante de ayer también, y así viene siendo hace muchos miles/millones de años”? Que desde que el mundo es mundo haya habido siempre un mañana, es decir, un día posterior a hoy, ¿eso es una garantía que mañana ciertamente va a existir?… Quizá lo haga, quizá no; pero si se quiere podemos reducir aún más la cuestión: ¿qué certeza tenemos que nosotros (vos, él, yo) llegaremos a mañana? Es menos posible que el mundo deje de existir (puesto que según el razonamiento de más arriba -suponiendo que lo aceptamos- así a sido por muchos miles y millones de años), ¿pero qué sucede en cuanto a nosotros?, ¿no es más “factible” que concluya nuestra existencia antes que la del mundo?

Entonces pareciera que nos hallamos en la siguiente situación: vivimos una sola vida (o por lo menos somos plenamente conciente de una) y para colmo no tenemos certeza de cuándo podría concluir. Y ante esto me surge me surge la interrogación: ¿por qué no simplemente vivirla? O en otros términos: ¿para qué dejar algo para mañana cuando nos puede resultar incierto ese mañana?

Pero aquí sería lícito hacer algunas distinciones: aquello que puede hacer en este momento y aquello para lo cual debo aguardar. Para esto último algún tipo de transcurso de tiempo pareciera ser necesario. P. ej., si quiero comer pollo al horno debo, necesariamente, esperar, debo esperar que se cocine bien, puesto que se me apuro no será lo mismo, dado que no se llegaría a cocinar de manera íntegra. En este tipo de situaciones el transcurso del tiempo es necesario. Pero hay otro tipo de situaciones en las que este paso del tiempo, es decir, el dejar pasar el tiempo, es simplemente innecesario.

Si puedo hacer algo en este mismo momento, ¿por qué no hacerlo?, ¿para qué posponer algo que no necesita posposición?

Se corren muchos riesgos al posponer algo innecesariamente, uno de ellos: el nunca realizar nada.

Ahora bien, me podrán decir que si alguien quiere realizar algo, porque no lo realice hoy no significa que nunca lo realizará, y menos aún si en verdad es intenso el anhelo de realizar tal o cual cosa. Pero como se dijo en un principio de este escrito: sólo vivimos una vez, y más frágil pareciera ser nuestra existencia al no contar con la certeza de cuándo puede concluir.

Mi mensaje es simple: si podemos hacerlo, hagámoslo. Sin temor al ridículo, sin temor a equivocarnos, sin temor a vivir la vida. Y una pregunta (aunque actúa más en forma de respuesta) que creo deberíamos tener más presente podría ser: “¿por qué no?” Y si se presentan impedimentos luego de esta interrogación, salvo excepciones, muchas veces no son más que excusas para privarnos de aquello que, en suma, quizá sea único.