Filosofándonos

"Si es necesario filosofar, es necesario filosofar. Si no es necesario filosofar, de todos modos es necesario filosofar, porque sólo filosonfando se puede demostrar la necesidad de prescindir de la filosofía". Agustín de Hipona.

domingo, enero 21, 2007

Acerca de la infidelidad

Sin duda el tema de la fidelidad o infidelidad pasa por muchos planos, pero como comúnmente cuando oímos estas palabras las asociamos a una relación de pareja será en este sentido en el que me gustaría hacer algunas observaciones.

Ser fiel es como adquirir un compromiso no sólo con la otra persona sino también con uno mismo. Pero es un compromiso avalado sólo por la buena fe, no hay nada más que nos controle o que nos obligue a cumplirlo más que nosotros mismos.

Adquirir un compromiso como este no sólo significa que la otra persona ha depositado su confianza en nosotros, sino que también nosotros la hemos depositado en ella (esto en el caso que ambas partes sean sinceras, porque bien uno de los dos puede no serlo).

Pero ahora viene el tema de la a veces tan confusa cuestión de límites: ¿hasta dónde llega la fidelidad, o dicho mejor de otra manera: dónde empieza la infidelidad?, ¿uno es infiel cuando el hecho se consuma o ya lo está siendo con la urdidura previa al acto?, ¿somos infiel con la concreción o sólo con la intención?

En las últimas dos interrogaciones que formulé sin duda pueden darse ambas juntas, pero también pueden darse por separo. Tomaré la situación en que se dan por separado, ya que si se dan ambas no creo que haya mucho más para agregar.

En cierto punto no es lo mismo hablar de concreción, o acto, y de intención; uno puede hacer algo sin que por ello haya una intención por detrás (sé que es objetable, pero pido que por el momento se me conceda la afirmación), y contrariamente, uno puede tener una intención que no necesariamente culmine en la realización. Pero estas distinciones poco parecieran importar cuando se está en una situación de infidelidad.

Pero tomando concreción e intensión por separado, ¿cuál es la peor infidelidad? A primera vista se diría que la concreción. Pero si la concreción no está acompañada de intención, ¿no sería lo mismo que decir “hola” a cualquier persona? E inversamente, la intención puede no estar acompañada de la concreción y sin embargo ser aún peor que ésta.

Podríamos resumir lo dicho expresándolo de la siguiente manera: si no hay sentimiento cualquier hecho no es más que un hecho vacío. La intensión sería el sentimiento, la concreción el hecho.

Sin duda no podemos ir y decirle a nuestra pareja que todo lo sucedido no fue más que un hecho vacío y que todos los sentimientos sentidos estando inalterables.

Siguiendo este argumento podríamos decir que si estamos completamente seguros de nuestros sentimientos no hay nada, ninguna seguidilla de adulterios, que lo modificasen, y que, en conclusión, seguimos siendo fieles, por más que mantengamos alguna furtiva relación con otra u otras personas.

Pero aquí, como se ve, todo depende de la definición de fidelidad o infidelidad con la que contemos. Pero nuevamente, con dificultad, o una asombrosa y desmedida osadía, podemos ir y decirle a nuestra pareja que “por definición”, al mejor estilo socrático, no somos infieles.