Filosofándonos

"Si es necesario filosofar, es necesario filosofar. Si no es necesario filosofar, de todos modos es necesario filosofar, porque sólo filosonfando se puede demostrar la necesidad de prescindir de la filosofía". Agustín de Hipona.

sábado, diciembre 22, 2007

Acerca de conformarse

Ideal y realidad a veces es una peligrosa combinación, pero también necesaria para quien la convicción no acepta excusas.

La realidad es una puesta a prueba, una delimitadora de delirio, pero, como buena usurera, también estafa y corrompe.

A veces conformarse no es una opción, sino simplemente un camino; pero lo que no cambia es el elegir caminar.

El conformarse puede ser tanto una instancia como un destino, un hospedaje en medio del camino o un hogar permanente.

Conformarse es la derrota con uno mismo, es no haber sido vencido, sino haberse dejado vencer.

Ningún éxito está asegurado, al igual que tampoco lo está ningún fracaso.

lunes, noviembre 26, 2007

El resto de lo hoy real

He estado ojeando algunos libros que me han acompañado en mi adolescencia, releyendo aquellos párrafos con tanto entusiasmo subrayados, ante el deslumbrante asombro de la majestuosidad expresiva del autor, más allá de lo verdadero, más allá de lo real.

Por unos instantes me retrotraje a aquellos momentos de la plácida lectura e incluso a esos atónitos puntos finales de los libros, que inmersos aún en ese mundo nos preguntamos desconcertados: “¿ya acabo?”.

Pero en la nostalgia también se hizo latente otro hecho: lo efímero de ese deleite. Y no es que no quede ningún recuerdo, sino que justamente lo que queda es un recuerdo, y un recuerdo es una inmortalización de lo acontecido mismo, lo acontecido ya pertenece al pasado.

Pero no es un pasado al que no se puede acceder, todo lo contrario, es un pasado vivo que nos espera; sólo es cuestión de tomar esos libros nuevamente, y comenzar el viaje…

Resulta paradójico que a veces una manera de volver es no dejar de ir yendo, que a veces una manera de conservar es seguir descubriendo; quizá lo mejor es que nada sea eterno, así de algún modo el sentido es todavía mayor.

domingo, octubre 28, 2007

Mundo de creación

La concreción de una obra (cualquiera sea su tipo o género) acaece cuando su autor considera que ha manifestado lo que pretendía, aun en forma ambigua o hasta inconclusa.

Sin duda que concluir una obra no es agotarla, pero es un modo de instanciar perspectivas, que en definitiva supongo que es lo que hace progresar o enriquecer los diferentes modos de ver y comprender.

Cada obra es su propio mundo de creación, es una realidad y un presente, que luego pasa a ser un pasado que a lo único que puede aspirar es a converger, a veces vagamente, en la obra. El resto de lo hoy real con suerte sobrevivirá en alguna anécdota.

viernes, septiembre 28, 2007

Acerca de aprovechar el día

Me cuesta hacerme a la idea de desperdiciar un día, en no hacer de él, aunque mínimamente, algo productivo. Pero aquí surge otra cuestión: ¿a qué considerar algo productivo?

Si nos ponemos en una perspectiva estricta deberíamos decir que el tiempo nunca llega a ser desperdiciado, sino que en todo caso no es aprovechado de manera consciente y por ende en algo que elijamos o creamos provechoso.

Tampoco se trata que nos pasemos la vida tratando de ser aquello para lo cual estamos en este mundo; porque hay tanta certeza en ello como quizás en lo que inciertamente hacemos.

Según lo veamos, un día puede ser tan aprovechado como desaprovechado, incluso haciendo lo mismo, por supuesto, en distintos momentos y bajo distintas circunstancias.

Todos tenemos algo para dar, y también para exigirnos; pero no se trata de desesperarnos ante la fuga de las horas, sino de saber que hicimos lo mejor que pudimos hacer, porque incluso hasta lo bueno en exceso en alguna medida puede resultar desperdiciado.

martes, septiembre 11, 2007

Libertad, elección, decisión

El poder elegir o decidir pareciera ser la manifestación más clara de la libertad; nada pareciera darnos más libertad que sentir tener el destino en nuestras manos, por lo menos en cuanto a lo que nosotros mismos se refiere.

Pero la libertad, la elección, la decisión, también son un modo de condena: condena a lo incierto, a esa incertidumbre de no saber si estamos o no en lo correcto; condena a ser conscientes de lo desolado que puede ser el futuro (aunque no por ello desolador).

Por supuesto que las elecciones y decisiones no son irreversibles, inmodificables; siempre queda la posibilidad de un nuevo comienzo; pero allí nuevamente debe haber una elección, una decisión.
Y en cuanto a la libertad quizá sólo podamos decir que hay libertades más libre que otras, algunas más buscables, algunas más temibles.

No pretendo inquirir en los límites o los alcances de la libertad, la elección o la decisión; hoy me conformo incluso con ser engañado con esto, con que el más ínfimo de los instantes me haya pertenecido; porque a veces sólo basta un instante para que nuestras vidas se definan.

No es nada fácil precisar cuál es una elección o decisión determinante, porque para ello deberíamos poder precisar todas y cada una de las consecuencias, idea que me resulta un tanto inconcebible. Incluso me resulta un tanto inconcebible poder determinar consecuencias retrospectivamente: ¿dónde fijar el fin de una consecuencia, incluso en situaciones extremas o desgraciadas?

Nuestra convicción debe guiarnos, pero debemos estar atentos a que en este afán de guiar no nos haga perder.

martes, agosto 28, 2007

Acerca de la filosofía

¿Para qué servirá la filosofía?, ¿sólo para dejarnos algunas frases ingeniosas o relatos de ensueños que se entrelazan a lo real?, ¿sólo para cuestionar y dudar de hasta nuestros cuestionamientos y dudas?

¿Es la filosofía una condena? ¿Refleja o puede acercarse a la verdad (si es que la hay), o es tan sólo su perspectiva una paradoja que le es inherente?

La filosofía nos invita e insita al pensamiento, ¿pero cuál es el límite de este?, ¿hasta dónde puede llegar?, ¿cómo saber que no se ha pasado?

¿Será la filosofía el intento de explicitar una realidad que nos subyace? ¿Cuánto de lo encontrado no será sólo producto de lo buscado? ¿Seremos nosotros mismos filosofía?, ¿quién hace o constituye a quién?

Pero antes de todo: ¿qué es la filosofía?, ¿es sólo algo?, ¿lo es todo?, ¿será nada? ¿Y qué será lo demás?, ¿puede haber demás?

¿Es la pregunta filosófica su misma respuesta, quizá la única posible?, ¿se buscan respuestas?, ¿hasta dónde se las puede conservar?

miércoles, agosto 08, 2007

Acerca de ser uno mismo

¿Qué es ser uno mismo? ¿Se nos es posible salirnos del mundo para no estar influenciado por este y de esta manera ser nosotros?

¿Se es uno mismo mientras somos con los demás? ¿Hasta qué punto los demás también nos hacen, nos constituyen?

¿Ser uno mismo es solamente escucharnos a nosotros? ¿Dejamos de ser nosotros por escuchar a los demás?

Todo interrogante invita a una respuesta, pero no todo respuesta debe ser extrema, única, sin más posibilidades que ella misma. A veces lo mejor posición adoptada es aquella que no se define, aquella que siempre queda abierta a una nueva variante, a una nueva posibilidad.

En nuestra búsqueda de ser uno mismo, mucho hay para aceptar, aunque también para rechazar.

Ser uno mismo es una equilibrada rebelión, un equilibrado y constante desafío, ser uno es un inconmensurable arte.

Ser uno es la voz que no se impone, pero tampoco calla, hallar libertad en los límites, es ser nuestros caminos aun ya en caminos.

Ser uno quizá no es sólo enfrentarse a qué somos, sino también a qué y/o para qué queremos ser.

miércoles, julio 11, 2007

Acerca de la reflexión

¿Qué palabras, qué escrito, qué expresión es mejor a la hora de reflexionar? ¿Existen parámetros en los cuales se pueda "encasillar" la reflexión? ¿Dónde habita la reflexión, cuál es su morada?

Un análisis minucioso y detallado es reflexionar, intentando trasnmitir ideas claras y concisas. Pero una metáfora, un poema, también es una reflexión, aunque no siempre transmita algo claro y conciso, o por lo menos queda más librado a la libre interpretación.

Llegamos a la reflexión, pero la reflexión también nos llega, ¿pero cómo retenerla, cómo conservala, bajo qué "formato"?

La reflexión es un puente que une realidades, que más allá de los colores y ornamentaciones quizá lo único que importe sea que no se deje de transitar.

jueves, junio 07, 2007

Cuando la apariencia lo es todo

Cada ámbito o contexto en el cual nos hallamos, nos “exige” que seamos de una determinada manera, y en la mayoría de los casos esa exigencia, que podríamos llamar de “actitud”, también debe acompañarse por una exigencia de “apariencia”.

Siguiendo esta línea argumentativa podemos decir que esta exigencia de apariencia es la que nos viste, nos hacer usar determinadas marcas, ir a determinados lugares, etc. Y por supuesto que sí, también se dan los casos en los que esta “exigencia de apariencia” no es más que un simple “modo de vida”, que para quien así lo vive no hay nada de “exigente”. Más de uno conocemos a este tipo de personas, que no ven nada de “malo” en su “estilo de vida”.

Supongo que la apariencia en cierto punto es casi inevitable; a un trabajo por lo general no se puede ir como uno quiere y hacer lo que queramos; incluso el uso de la tecnología no es tan fácil de soslayar en este tipo de contextos.

El problema creo que aparece cuando contextos o ámbitos “no exigentes” comienzan a serlos; cuando empieza a importar la marca y el precio, y no la comodidad y el gusto que uno tiene.

Pero hay otro problema aún más grave: ya no cuando nos exigen, sino cuando nosotros mismos nos exigimos, con la creencia (por supuesto, ampliamente sustentada por diversos ámbitos sociales) de que si no tenemos tal o cual cosa, o si no somos de tal o cual manera, nos excluirán, no nos “valorarán”. Claro está que prácticamente nadie admitirá que es de esa manera sólo para pertenecer o sentirse incluido. Pero quizá baste reflexionar sobre lo que uno quiere y para qué.

La apariencia no es “mala”, quizá mientras haya una “esencia” debajo, mientras podamos hallar a alguien detrás de esa ropa de moda o de la tecnología de avanzada.

Esa “esencia” a la que me refiero no es otra que aquella que nos hace saber que somos algo más que lo que vestimos, usamos, compramos, etc.

¿Cuántos se animarían a despojarse de sus “estilos de vida”, de todos sus superfluos ornamentos? Lo ideal sería que todos, y que todos seamos aceptados, incluso -y quizá principalmente-, por nosotros mismos, por lo que somos y no por lo que tenemos.

sábado, mayo 19, 2007

Acerca del consumismo

A esta altura del presente resulta casi innegable que un mundo consumista nos acosa; marcas y productos expandidos de manera mundial; un mercado para cada tipo de persona; modas; tendencias; todo con un único fin: el consumo.

Todo lo nombrado quizá no sorprenda a nadie, pero creo que lo que debería de sorprender son los cada vez más explícitos métodos de persuasión (llamados “publicidad”), que no sólo parecieran ser un inofensivo eslogan de determinada empresa o mercado, sino tal vez la más nefasta de las concepciones del individuo. Paso a ejemplificar.

Me he topado con un comercio cuyo nombre o lema es: “dime cómo vistes…”, dejando los puntos suspensivos, pero que, siguiendo el conocido refrán, no es difícil darse cuenta del resultante: “… y te diré cómo eres”.

Este “dime cómo vistes (o a qué lugares vas, o qué compras, etc.)” pareciera definir al individuo de hoy, un pobre enajenado que todo lo quiere (y debe) conseguir; sino no será “nada”.

La cantidad, principalmente de costo monetario, hoy pareciera hacer a la calidad y también a nuestro “status”.

Aquel díctum sartreano de “somos lo que hacemos (y no lo que podríamos hacer)” con facilidad lo podemos traducir como “somos lo que consumimos (y no lo que podríamos consumir)”.

martes, mayo 01, 2007

“Si no existieras te inventaría”

En un primera instancia algunas dudas me suscita esta frase; luego de pensarlo un poco creo que mí posición no resultaba del todo sólida, o por lo menos dejaba entrever la fragilidad de ciertos argumentos, y como se puede suponer, si ciertos argumentos resultan débiles la conclusión que de ellos se desprenda difícilmente pueda esgrimir algún tipo de solidez.

Instantes de ocio imperan en estos momentos, por lo que reconstruiré mí primera posición ante dicha frase, para, por último, presentar la que considero más certera, o por lo menos más representativa de lo que, en un determinado contexto, se quiso expresar.


* Primer análisis de la frase (un tanto negativo si se quiere)

“Si no existiera te inventaría.”

La frase es una especie de condicional-causal, y a esto lo vemos claramente con la formulación “si no… te…”. Los puntos suspensivos pueden ser llenados con lo que se nos ocurra, p. ej., “si no haces la tarea te prohíbo mirar tele”; “si no comés todo te quedás sin postre”, etc. En otras palabras, una acción es determinante (causal) de otra.

Con respecto a nuestra frase lo que se condiciona es la existencia de alguien (“si no existieras…”), y seguidamente la consecuencia de que ello sea así (“…te inventaría.”).

Ahora bien, la cuestión creo que podría ser la siguiente: ¿puede ser algo inventado de la nada? En una respuesta rápida se podría decir que sí. Lo que en todo caso no sería tan sencillo de sostener es que lo inventado (a partir de la nada) se corresponda (es decir, se parezca o se asemeje) a lo efectivamente existido; podría ser algo muy parecido pero sin duda nunca lo mismo. ¿Y qué consecuencia nos podría traer esto? Pero antes de responder esta pregunta intentaré ampliar un poco más la situación de aquello que se inventa.

Lo que se inventa sería algo así como abstracto, es decir, no tendría una forma determinada (puesto que no se podría parecer a nada, dado que ese algo a lo que se podría parecer no existe). Y si fuera una abstracción no podría ser hallado en nada concreto (en ninguna cosa, en ninguna persona), o todo lo contrario: puede ser hallado en toda y cada uno de las cosas existentes (ya que no se tendría conocimiento preciso de algo particular).

Supongamos que esto que se inventa sea simplemente el sentimiento que nos hace, valga la redundancia, sentir la otra persona. Entonces la situación en que podríamos encontrarnos sería más o menos la siguiente: no tengo a la persona (puesto que no existe), pero tengo el sentimiento que sentiría si existiera; pero como no existe, como no la puede hallar, no me queda más remedio que inventarla, que crearla en mí mente o en mí imaginación.

¿A qué conclusión llegamos? Principalmente a que si se inventa no podría ser nunca la persona concreta, dado que lo que se inventa es sólo un sentimiento abstracto, que de ser hallado en una persona sería prácticamente casual. Motivo por el cual, de no existir la persona, eso que se inventa no se podría corresponder con ninguna.

Entonces la gravedad de la cuestión aumenta: aquella persona (existente) podría no ser más que la que “por azar” (o simple cuestión de probabilidad) reunió aquello que de no existir inventariamos… y aquello que se inventa por lo general siempre responde a un ideal, y en cuestión de ideales podríamos decir que, justamente por su calidad de ideal, nunca podría ser tal en la realidad. Y de esto se podría desprender lo siguiente: persona=ideal; o si se quiere: existencia=invención. Es decir, se estaría equiparando lo real con lo ideal; pero por definición, lo ideal siempre permanece un paso más delante de lo real, así que en el caso de que algo no exista, es posible inventarlo, pero si se lo inventa ya no podrá ser real (posible como persona concreta), porque como se dijo, lo inventado (lo ideal) no es equiparable, igualable, a lo real.


Hasta aquí el primer análisis, veamos ahora el segundo.

* Segundo análisis.

Si no existieras te inventaría.”

La pregunta es: ¿cómo podría ser posible que inventásemos algo que se pareciera a algo que no existe? Aquí (como se dijo párrafos más arriba) lo que se inventaría sería el sentimiento. Ahora bien, ¿qué características tendría este sentimiento? Aunque creo que la pregunta, para hacerla con más precisión, debería ser: ¿podría tener (estos sentimientos inventados) las mismas características que las que se hallan en la persona?

Una respuesta que lisa y llanamente se puede dar es que sí, que esto es posible [en realidad es discutible, pero vamos a suponer que estamos de acuerdo con esta respuesta]. Entonces lo que nos quedaría por intentar ver es cómo esto podría ser posible.

Con la frase lo que básicamente se quiere decir es que si te tuviera que inventar, sin duda que lo inventado sería igual a vos. Y esta igualdad quizá sólo sea posible al ser realmente única la persona.

Ahora bien, se me podrá decir que todos somos únicos, y si lo dicho es así, esa invención que se haría se podría ajustar a cualquiera. Pero no es así. La invención (producto de un ideal) es única, y si esta persona llegase a existir, también lo sería; por lo que, en el caso contrario, es decir, en el caso de no existir, se la podría inventar, con la seguridad de que si llegase a existir sería la misma.

viernes, abril 06, 2007

Más allá de lo pendiente (hoy es cuando)

“El hombre no es más que su proyecto”, decía Sartre; o dicho de otra manera, el hombre no es más que lo que él hace; o para decirlo siguiendo las palabras de nuestro amigo: el hombre es su proyecto y no lo proyectado.

Sin embargo no hay que meditar mucho para darse cuenta que rara vez, o por lo menos para las cosas importantes, se efectúa un proyecto sin una proyección. En este momento mi proyecto son estas palabras que escribo, pero si no tuviera una proyección, un hacia dónde encausarlas, difícilmente pueda seguir una línea coherente, que dentro de todo es lo que pretendo.

Pero por más que lo proyectado esté presente, p. ej., como en este caso, la idea de escribir algo que se titule “Más allá de lo pendiente…” y empezarlo citando a Sartre, etc., no puede decir que soy mis proyecciones.

Lo que somos, lo que nos constituye, es lo que hacemos (proyectos) y no lo que creemos, aun con amplias posibilidades, que podríamos o lograríamos hacer (proyecciones).

Las cosas pendientes, ésta última palabra pareciera decirlo todo, son pendientes. Es como estar en una fila para sacar algún tipo de entrada: el hecho de estar en la fila (pendientes), no nos asegura que lo obtendremos; podrían acabarse justo cuando lleguemos a la ventanilla. Por lo que tampoco somos nuestras cosas pendientes, por más inmediatas que parezcan.

Tampoco somos nuestros logros anteriores. P. ej., que hayamos escrito 300 post no es una garantía que lleguemos al 301.

No somos más que lo presente, que lo que hoy hagamos; por eso no lo dudemos, si queremos hacer algo, hagámoslo; ya que el recuerdo de lo que hubiese sido, no será más, y justamente, que un recuerdo.

sábado, febrero 24, 2007

Cosas pendientes

“No dejes para mañana lo que se pueda hacer hoy”; ¿pero cuánto se puede hacer hoy?, ¿cuándo es ese mañana?

He notado que tengo más cosas pendientes que las que efectivamente realizo; más planes que concreciones; más ideas volando que una en mano.

A veces es bueno contar con una diversidad de horizontes, dado que sea cuál sea la dirección por la que se vaya algo de lo querido se habrá obtenido. Pero esto es sólo un ilusivo consuelo, el último falso aliento de quien se sabe que ha fracasado.

Ambicionar mucho tiene sus consecuencias. El caminante puede obtener su triunfo al compararse con otros, pero sin duda tendrá su defraude a él mismo saber a dónde no pudo llegar.

Pero allí está siempre la realidad, esa mezcla, o tal vez resultado, de lo que queremos hacer, de lo que podemos hacer y de lo que, entre caminos truncos y conformistas, hacemos.

sábado, febrero 10, 2007

¿Para quién escribiremos?

La escritura, esa especie de mágicos signos que incluso con la mayor sencillez nos deleitan y sorprenden.

Las palabras se suceden una tras otras como aquellas pequeñas pinceladas del pintor; algunas tienen sentido, otras simplemente lo van adquiriendo, pero todas con la inconfundible certeza que les permite ser, aun en la incertidumbre.

Un mundo se oculta tras ellas, y en muchas ocasiones ellas insisten en ocultar otro; en ocasiones lo logran, pero en otras lo destruyen, porque no hay más trágica metáfora que la metáfora real.
Realidad y palabras son nuestra prisión, y en los más arrojados delirios de libertad se halla nuestra expresión…

¿Pero para quién escribiremos, para quiénes son nuestras palabras? A veces, en la multitud, puede ser uno solo nuestro destinatario, aunque éste tal vez ni siquiera lo sepa; otras veces quizá lo sepa, pero quizá no sea precisamente éste quien nos comprenda…

domingo, enero 21, 2007

Acerca de la infidelidad

Sin duda el tema de la fidelidad o infidelidad pasa por muchos planos, pero como comúnmente cuando oímos estas palabras las asociamos a una relación de pareja será en este sentido en el que me gustaría hacer algunas observaciones.

Ser fiel es como adquirir un compromiso no sólo con la otra persona sino también con uno mismo. Pero es un compromiso avalado sólo por la buena fe, no hay nada más que nos controle o que nos obligue a cumplirlo más que nosotros mismos.

Adquirir un compromiso como este no sólo significa que la otra persona ha depositado su confianza en nosotros, sino que también nosotros la hemos depositado en ella (esto en el caso que ambas partes sean sinceras, porque bien uno de los dos puede no serlo).

Pero ahora viene el tema de la a veces tan confusa cuestión de límites: ¿hasta dónde llega la fidelidad, o dicho mejor de otra manera: dónde empieza la infidelidad?, ¿uno es infiel cuando el hecho se consuma o ya lo está siendo con la urdidura previa al acto?, ¿somos infiel con la concreción o sólo con la intención?

En las últimas dos interrogaciones que formulé sin duda pueden darse ambas juntas, pero también pueden darse por separo. Tomaré la situación en que se dan por separado, ya que si se dan ambas no creo que haya mucho más para agregar.

En cierto punto no es lo mismo hablar de concreción, o acto, y de intención; uno puede hacer algo sin que por ello haya una intención por detrás (sé que es objetable, pero pido que por el momento se me conceda la afirmación), y contrariamente, uno puede tener una intención que no necesariamente culmine en la realización. Pero estas distinciones poco parecieran importar cuando se está en una situación de infidelidad.

Pero tomando concreción e intensión por separado, ¿cuál es la peor infidelidad? A primera vista se diría que la concreción. Pero si la concreción no está acompañada de intención, ¿no sería lo mismo que decir “hola” a cualquier persona? E inversamente, la intención puede no estar acompañada de la concreción y sin embargo ser aún peor que ésta.

Podríamos resumir lo dicho expresándolo de la siguiente manera: si no hay sentimiento cualquier hecho no es más que un hecho vacío. La intensión sería el sentimiento, la concreción el hecho.

Sin duda no podemos ir y decirle a nuestra pareja que todo lo sucedido no fue más que un hecho vacío y que todos los sentimientos sentidos estando inalterables.

Siguiendo este argumento podríamos decir que si estamos completamente seguros de nuestros sentimientos no hay nada, ninguna seguidilla de adulterios, que lo modificasen, y que, en conclusión, seguimos siendo fieles, por más que mantengamos alguna furtiva relación con otra u otras personas.

Pero aquí, como se ve, todo depende de la definición de fidelidad o infidelidad con la que contemos. Pero nuevamente, con dificultad, o una asombrosa y desmedida osadía, podemos ir y decirle a nuestra pareja que “por definición”, al mejor estilo socrático, no somos infieles.