Filosofándonos

"Si es necesario filosofar, es necesario filosofar. Si no es necesario filosofar, de todos modos es necesario filosofar, porque sólo filosonfando se puede demostrar la necesidad de prescindir de la filosofía". Agustín de Hipona.

viernes, diciembre 08, 2006

Acerca de lo abstracto

Dos cuestiones son a las que me gustaría referirme en esta ocasión; una es el tema de lo abstracto, o más precisamente, del pensamiento abstracto; y la otra es el tema del compromiso.
Me ha pasado de estar en un debate en el cual se hablaba de hasta qué punto el lenguaje era parte de la realidad, hasta dónde podía reflejarla y hasta dónde nos ayudaba a comprenderla.

Estos planteos se iban perfilando hacia la necesidad de un mayor compromiso por parte del escritor.

Al fusionar lenguaje-realidad y compromiso se estaba hablando de cosas concretas, de realidades y situaciones determinadas.

Según algunos apuntes que había tomado mis intervenciones se dirigirían a lo siguiente: ¿el lenguaje es parte de la realidad, o, más bien, la constituye?, ¿la realidad se refleja en el lenguaje o es el lenguaje quien pretende reflejarla?,etc. Como se nota mi planteo era un claro planteo abstracto.

Sentí que si bien mi posición era filosóficamente argumentable y sostenible no hacia a la cuestión. Sentí como si ante una urgente necesidad económica de una persona, uno se le pone a plantear la errada concepción de la Bolsa de Comercio o del Mercado de Valores. Esa persona tiene un problema concreto y mínimamente necesita una respuesta concreta.

Los interrogantes son: ¿se desvincula lo abstracto de lo concreto, de lo real? Y si es así, ¿pensar lo abstracto es descomprometerse, desvincularse de lo real?

Y de esto otra importante cuestión: ¿todo compromiso debe estar a un mismo nivel? Es decir, ¿todos debemos comprometernos de la misma manera?

En mi opinión considero que al todos vivir en sociedad cumplimos un rol, y éste no es sólo uno, dado que no vivimos las 24hs frente a libros, monitores o laboratorios, por lo que desvinculación, en el sentido estricto de la palabra, difícilmente la haya.

Todos contribuimos a nuestra manera y desde nuestros lugares; es cierto que, p. ej., no es del todo necesario que sepamos qué es el Bien, o si existe un Bien en sí, para que a nuestros actos los podamos llamar “bien”. Sin embargo creo que no es una cuestión a dejar de lado, ya que de lo contrario quizá más de un sector se autodenomine poseedor de ciertas verdades, cuando en realidad quizás estas “verdades” ni siquiera existan.