El sentido de lo que hacemos no está determinado por la ausencia de algún sin-sentido. Estudiar, trabajar, tener una familia, una vida social estable, todo esto con facilidad otorga un sentido, pero no es el sentido mismo. El sentido no es sinónimo de estable; lo estable es rutina, y lo rutinario ni siquiera necesita un sentido, es suficiente con su mecanitud, que todo funcione igual, que todo haga lo mismo.
Una rutina armoniosamente estable no busca un sentido, pues cree ya poseerlo; pero ello no es más que su propio engaño.
El sentido es indómito, huye de sí mismo para de algún modo de no dejar de encontrarse; el sentido se perpetúa en lo efímero, es una constante búsqueda muchas veces furtiva, muchas veces silenciosa, incluso muchas veces incierta; el sentido es constante reinvención.
miércoles, abril 02, 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
El sentido fluye, nunca está terminado de una vez y para siempre, porque si así fuera, ya no sería sentido, sino rutina...La rutina nunca es sentido, porque no hay reinvención y sí alienación. Lo que se repite, no necesariamente es rutina; porque existen infinidades maneras de re-creación. Un abrazo.
Publicar un comentario