¿Qué somos? Intentemos romper el espejo de la jactancia y la hipocresía y miremos qué podemos hallar; poco resultará extraño para quien se sospecha, para quien sabe de su complicidad, pero todo es válido para justificarse, y no es difícil hallar algún equilibrio redentor.
Vemos más cuando no nos intentamos mirar, algo así como la guarda baja del vencido; pero sólo vernos no basta, reconocernos a veces es lo fundamental, pero para ello no sólo nos hace falta algunas respuestas, sino que también algunas preguntas.
martes, diciembre 09, 2008
viernes, diciembre 05, 2008
Libertad
Ante el desconcierto de la libertad cualquier señal es un buen amparo en el cual sustentar cualquier decisión; el temor que produce la libertad no es tanto a ser dueños de nuestros propios errores, sino directamente a ser dueños de nosotros mismos, de todo cuanto podamos hacer. Y ante esta situación cualquier autoengaño es un consuelo, una falsa repartición de proporción de responsabilidades.
Pero ser libres no es algo que todos puedan ser, o mejor dicho, no es algo a lo que todos se animarían a aspirar, y por ello la libertad no es algo simplemente hallado; la libertad es una búsqueda muchas veces incierta, iniciada por un aún más incierto indicio, que a veces en fugaces destellos no proporciona una respuesta, sino que sutilmente sugiere una duda.
Pero ser libres no es algo que todos puedan ser, o mejor dicho, no es algo a lo que todos se animarían a aspirar, y por ello la libertad no es algo simplemente hallado; la libertad es una búsqueda muchas veces incierta, iniciada por un aún más incierto indicio, que a veces en fugaces destellos no proporciona una respuesta, sino que sutilmente sugiere una duda.
viernes, octubre 31, 2008
Acerca de las palabras
Podríamos acusar a las palabras de engañosas, pero ellas no son más que un mero instrumento, ajenas a los propósitos con las que se las utilizan. A veces buscan resistirse intentando dejar en claro que hay términos que no van a someterse a semejante trato. Pero no hay coherencia, las mismas palabras se pueden utilizar con fines contrarios, a las mismas se les puede hacer decir lo opuesto.
Pero esto no termina aquí, es tal la impunidad que incluso aquel que las esgrime puede no dejar ni un solo rastro, y no es porque no haya nada que le pertenezca, sino porque aquello que le pertenece es lo manipulado, también ambiguo y susceptible de justificación, de acuerdo a cuál sea su motivo.
Así, una palabra sincera no sólo es aquella que se presenta como tal, necesita contar con algo más, algo más que es difícil de pedir, y aún más de dar.
Pero esto no termina aquí, es tal la impunidad que incluso aquel que las esgrime puede no dejar ni un solo rastro, y no es porque no haya nada que le pertenezca, sino porque aquello que le pertenece es lo manipulado, también ambiguo y susceptible de justificación, de acuerdo a cuál sea su motivo.
Así, una palabra sincera no sólo es aquella que se presenta como tal, necesita contar con algo más, algo más que es difícil de pedir, y aún más de dar.
martes, octubre 07, 2008
La incierta búsqueda del ser
Un día, como de repente pero no de la nada, el mundo se abre ante uno, sus verdades, sus maravillas, sus misterios. Una voz en forma de sensación comienza a llamarnos, nos incita a la búsqueda, haciendo de ello una necesidad esencial, infranqueablemente incierta, pero con un inconfundible aroma a destino. Y nos embarcamos, pero sin saber a dónde ir, ni qué esperar, sólo con una imperceptible intuición que hace de lo confuso su certeza.
Pero muchas búsquedas fracasan no tanto con lo no encontrado, sino más bien con aquello que no se sabe buscar.
Podemos ver en todas las direcciones, podemos buscar en cada lugar, podemos estar atentos a cada señal, podemos recorrer muchos caminos, y sin embargo nada encontrar; una nada que se manifiesta en cada cosa hallada porque ello es lo peor para quien busca: no el no hallar nada, sino que nada halla en lo hallado.
Toda paradoja es posible para el buscador, y más aún cuando no es producto de sí mismo. Lo buscado muchas veces no se encuentra en algún lugar, sino que uno mismo es ese lugar, y sin embargo esta cercanía dista mucho de ser más sencilla, al contrario, es en donde más todo se aleja, donde más todo se entrelaza a una nebulosa de dudas, no a caminos aceptables o rechazables, sino a caminos posibles, elegibles, determinables, convergentes en un único punto responsable: uno mismo.
Pero muchas búsquedas fracasan no tanto con lo no encontrado, sino más bien con aquello que no se sabe buscar.
Podemos ver en todas las direcciones, podemos buscar en cada lugar, podemos estar atentos a cada señal, podemos recorrer muchos caminos, y sin embargo nada encontrar; una nada que se manifiesta en cada cosa hallada porque ello es lo peor para quien busca: no el no hallar nada, sino que nada halla en lo hallado.
Toda paradoja es posible para el buscador, y más aún cuando no es producto de sí mismo. Lo buscado muchas veces no se encuentra en algún lugar, sino que uno mismo es ese lugar, y sin embargo esta cercanía dista mucho de ser más sencilla, al contrario, es en donde más todo se aleja, donde más todo se entrelaza a una nebulosa de dudas, no a caminos aceptables o rechazables, sino a caminos posibles, elegibles, determinables, convergentes en un único punto responsable: uno mismo.
domingo, septiembre 14, 2008
Causalidad y posibilidad
Poco pareciera soportar la conciencia, la libertad y cuanto libre albedrío este a nuestro alcance cuando nos hallamos prisioneros de la causalidad inexorable, que imperceptible se forja ya en ni siquiera un destino, ello es sólo una ilusiva interpretación fundada en infundadas esperanzas, pero creíbles y hasta a veces reales, pero, sin duda, no por ello verdaderas.
Es cierto que está en nosotros la ocasión de marcar o cambiar un rumbo, el poder causal también nos ha sido dado, pero ello no nos hace estar a salvo de la causalidad misma, de la cual tal vez seamos una fortuita consecuencia, una mera consecuencia más de su derrotero de posibilidades. Y tal vez seamos sólo eso, una posibilidad de posibilidades, junto con todos nuestros actos, con todos nuestros anhelos; quizá creamos ser una enfilada pieza de dominó dueños de sí mismos... por el simple hecho de aún no haber caído.
Es cierto que está en nosotros la ocasión de marcar o cambiar un rumbo, el poder causal también nos ha sido dado, pero ello no nos hace estar a salvo de la causalidad misma, de la cual tal vez seamos una fortuita consecuencia, una mera consecuencia más de su derrotero de posibilidades. Y tal vez seamos sólo eso, una posibilidad de posibilidades, junto con todos nuestros actos, con todos nuestros anhelos; quizá creamos ser una enfilada pieza de dominó dueños de sí mismos... por el simple hecho de aún no haber caído.
martes, septiembre 02, 2008
Editá tu libro
Editá tu libro, edición de libros, ediciones de tirada baja.
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Edición de libros - Editar y publicar tu libro.
Última actualización: agosto de 2012.
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domingo, agosto 03, 2008
Acerca de la expresión
La palabra es la viva manifestación de una existencia, de una realidad. Pero la palabras es sólo uno de los tantos modos o medios por los cuales la expresión se libera. Sin embargo la diversidad de maneras expresivas no es un reflejo de la proliferación encarnada por parte de quien busca exponerse, sino que es un reflejo de la falta de un camino expresivo satisfactorio. Y esta falta tiene sus ventajas y desventajas: la desventaja es que la expresión nunca podrá ser completa, o siempre queda abierta la posibilidad de que sea expresada de otro modo; la ventaja es que cualquier elección de un modo se autojustifica.
No hay un medio mejor o peor para expresarnos, incluso no hay criterios estilísticos que los puedan juzgar. Tales criterios son sólo una manera superficial de pretender establecer límites en lo que su misma razón de ser hace que no los tenga. Pero esto se agrava aún más cuando ya no los límites son impuestos, sino cuando uno mismo los crea y cree que todo lo que se hallar fuera de ellos no se encuentra a un mismo nivel. Ejemplos de esta situación hay de sobra, en música, en literatura, en arte; se distinguen niveles desde los cuales se cree poder establecer qué será considerado música, qué literatura, qué arte; todo lo que se halle fuera o no alcance estos niveles es algo de un valor insignificante, meros intentos de quienes no pueden aspirar a la sutileza y perfección. Prejuicio impuesto, y aún más: autoimpuesto.
Esta situación nos lleva a una anterior: ¿qué buscamos cuando nos expresamos? ¿La aceptación, la aprobación? Estas últimas dos cuestiones son en parte responsable de la distinción de niveles; y no está mal que alguien haga de esto su objetivo, o que se manifieste buscando ser mejor; diferentes explicaciones psicológicas se pueden ajustar a cada situación. Pero también están quienes en la expresión encuentran liberación, sin tener presente lo que será aceptado, o si cumple o no con los requisitos propios de aquello que será considerado música, arte, literatura. Simplemente se manifiestan. Pero no por hacerlo de este modo son mejores, sino que simplemente son.
La expresión no debe ser valorada por lo que logra, sino por que intenta, por lo que aspira.
No hay un medio mejor o peor para expresarnos, incluso no hay criterios estilísticos que los puedan juzgar. Tales criterios son sólo una manera superficial de pretender establecer límites en lo que su misma razón de ser hace que no los tenga. Pero esto se agrava aún más cuando ya no los límites son impuestos, sino cuando uno mismo los crea y cree que todo lo que se hallar fuera de ellos no se encuentra a un mismo nivel. Ejemplos de esta situación hay de sobra, en música, en literatura, en arte; se distinguen niveles desde los cuales se cree poder establecer qué será considerado música, qué literatura, qué arte; todo lo que se halle fuera o no alcance estos niveles es algo de un valor insignificante, meros intentos de quienes no pueden aspirar a la sutileza y perfección. Prejuicio impuesto, y aún más: autoimpuesto.
Esta situación nos lleva a una anterior: ¿qué buscamos cuando nos expresamos? ¿La aceptación, la aprobación? Estas últimas dos cuestiones son en parte responsable de la distinción de niveles; y no está mal que alguien haga de esto su objetivo, o que se manifieste buscando ser mejor; diferentes explicaciones psicológicas se pueden ajustar a cada situación. Pero también están quienes en la expresión encuentran liberación, sin tener presente lo que será aceptado, o si cumple o no con los requisitos propios de aquello que será considerado música, arte, literatura. Simplemente se manifiestan. Pero no por hacerlo de este modo son mejores, sino que simplemente son.
La expresión no debe ser valorada por lo que logra, sino por que intenta, por lo que aspira.
jueves, julio 10, 2008
Justificación (ese modo particular de la negación)
A veces lo peor pareciera no tener justificación para nuestro proceder, pero en otras oportunidades lo peor es justamente tenerla, ya que a ella nos aferramos como creyentes no cuestionadores en una fe que nos redime, o por lo menos eso creemos, o por lo menos eso a veces nos basta.
Tengo mis justificaciones, pero quizá sólo sean un modo particular de negar una realidad inexorable, aquella que va indicando que algo se está perdiendo; pero una pérdida no negativa, ya que se la puede considerar como un tramo más de cualquier camino; el problema, como siempre, son las secuelas, las consecuencias de los cambios.
Pero los cambios en cierto punto son necesarios, y me he dado cuenta de ello empujado por los cambios mismos. Cambiar es un modo de evolución, de no quedarse estancado en lo de siempre; el problema es animarse a cambiar, a salir de la comodidad de la rutina para enfrentarse a la incertidumbre de las contingencias.
Pero como toda transformación, un cambio no siempre puede ser determinado, maniobrado al gusto que uno quisiera. A veces simplemente se dan. A veces uno simplemente se despierta y dice “esto ya no es para mí”, y se vuelve imperiosa la necesidad de encontrar nuevos horizontes, nuevas expectativas. Pero allí hay que recomenzar. Un cambio a medias es sólo una manera de encubrir nuestro temor, muchas veces, de enfrentarnos a nosotros mismos, de no intentar probarnos de hasta dónde somos capaces de llegar.
Tampoco se trata de ser nómadas de nuestras vidas, ya que también en nombre del cambio se produce la paradoja de nunca terminar de encontrarnos. Así por eso es que hay cambios que no pueden ser buscados, sino más bien que su presencia se hace sentir y es recién ahí cuando una decisión se debe tomar.
Un cambio, en el fondo, es un apuesta incierta; y el fracaso muchas veces no ocurre por una decisión mal tomada, sino más bien por tomar decisiones en base a su aparente certeza.
Tengo mis justificaciones, pero quizá sólo sean un modo particular de negar una realidad inexorable, aquella que va indicando que algo se está perdiendo; pero una pérdida no negativa, ya que se la puede considerar como un tramo más de cualquier camino; el problema, como siempre, son las secuelas, las consecuencias de los cambios.
Pero los cambios en cierto punto son necesarios, y me he dado cuenta de ello empujado por los cambios mismos. Cambiar es un modo de evolución, de no quedarse estancado en lo de siempre; el problema es animarse a cambiar, a salir de la comodidad de la rutina para enfrentarse a la incertidumbre de las contingencias.
Pero como toda transformación, un cambio no siempre puede ser determinado, maniobrado al gusto que uno quisiera. A veces simplemente se dan. A veces uno simplemente se despierta y dice “esto ya no es para mí”, y se vuelve imperiosa la necesidad de encontrar nuevos horizontes, nuevas expectativas. Pero allí hay que recomenzar. Un cambio a medias es sólo una manera de encubrir nuestro temor, muchas veces, de enfrentarnos a nosotros mismos, de no intentar probarnos de hasta dónde somos capaces de llegar.
Tampoco se trata de ser nómadas de nuestras vidas, ya que también en nombre del cambio se produce la paradoja de nunca terminar de encontrarnos. Así por eso es que hay cambios que no pueden ser buscados, sino más bien que su presencia se hace sentir y es recién ahí cuando una decisión se debe tomar.
Un cambio, en el fondo, es un apuesta incierta; y el fracaso muchas veces no ocurre por una decisión mal tomada, sino más bien por tomar decisiones en base a su aparente certeza.
sábado, mayo 31, 2008
Acerca de la inspiración
Decir que alguien se inspire pareciera remitirnos a ese estado creador en el que el escritor, el orador o el artista, “ve”, “siente”, u “oye”, de manera repentina o inesperada ciertas ideas, a las que por lo general no hubiera llegado, o por lo menos no hubiera concebido de esa manera.
La inspiración no es sólo tener esas ideas girando en torno a uno, sino también es una especie de impulso a querer plasmarla de algún modo. La inspiración es entender también ese ánimo que lleva a realizar un trabajo. Uno puede requerir inspiración ya no para vislumbrar una idea ingeniosa, sino para llevar a cabo de una manera ágil y sencilla lo que quizás en otro momento se tornaría arduo.
Otra cuestión que se puede hacer notar es que la inspiración no pareciera llegar a todos por igual, no en cuanto al tipo de ideas, sino a la cantidad, lo que nos podría llevar a decir que pareciera que hay personas que casi siempre cuentan con una reserva de inspiración. Sin duda que la cantidad no hace a la calidad, pero a veces es la perseverancia lo que hace al logro, y ésta se da en los múltiples intentos, y no tanto en los a veces fortuitos aciertos.
Esto último dicho nos lleva a otro tipo de planteo, que a su vez también nos sirve para hacer más explícita la poca inspiración de la inspiración: ¿es la inspiración un acontecimiento fortuito e incluso azaroso?
La inspiración es el punto culmine de quien constantemente trabaja, ideando, proyectando, imaginando. Si la inspiración “simplemente llegara” cualquiera debería poder iniciar un acto creador de la nada, pero no es así. Una lluvia de manzanas no daría como resultado a un centenar de Newtons.
Uno se puede inspirar en lo que ve o en lo que oye, pero lo visto u oído no contiene a una idea, sino que lo visto u oído es un camino para ir a esa idea. Y así la inspiración puede estar en donde sea, en cada cosa que es vista u oída. Lo que al acto creador le falta no es inspiración, sino personas que logren verla en lo cotidiano, en el entorno. Y se logra verla cuando uno más insiste en lo que hace; lo que se ve puede ser a una persona más inspirada que otra, pero lo que es resulta ser una persona más compenetrada en su labor que otra.
La inspiración no es un azar del trabajo, sino una consecuencia del mismo.
La inspiración no es sólo tener esas ideas girando en torno a uno, sino también es una especie de impulso a querer plasmarla de algún modo. La inspiración es entender también ese ánimo que lleva a realizar un trabajo. Uno puede requerir inspiración ya no para vislumbrar una idea ingeniosa, sino para llevar a cabo de una manera ágil y sencilla lo que quizás en otro momento se tornaría arduo.
Otra cuestión que se puede hacer notar es que la inspiración no pareciera llegar a todos por igual, no en cuanto al tipo de ideas, sino a la cantidad, lo que nos podría llevar a decir que pareciera que hay personas que casi siempre cuentan con una reserva de inspiración. Sin duda que la cantidad no hace a la calidad, pero a veces es la perseverancia lo que hace al logro, y ésta se da en los múltiples intentos, y no tanto en los a veces fortuitos aciertos.
Esto último dicho nos lleva a otro tipo de planteo, que a su vez también nos sirve para hacer más explícita la poca inspiración de la inspiración: ¿es la inspiración un acontecimiento fortuito e incluso azaroso?
La inspiración es el punto culmine de quien constantemente trabaja, ideando, proyectando, imaginando. Si la inspiración “simplemente llegara” cualquiera debería poder iniciar un acto creador de la nada, pero no es así. Una lluvia de manzanas no daría como resultado a un centenar de Newtons.
Uno se puede inspirar en lo que ve o en lo que oye, pero lo visto u oído no contiene a una idea, sino que lo visto u oído es un camino para ir a esa idea. Y así la inspiración puede estar en donde sea, en cada cosa que es vista u oída. Lo que al acto creador le falta no es inspiración, sino personas que logren verla en lo cotidiano, en el entorno. Y se logra verla cuando uno más insiste en lo que hace; lo que se ve puede ser a una persona más inspirada que otra, pero lo que es resulta ser una persona más compenetrada en su labor que otra.
La inspiración no es un azar del trabajo, sino una consecuencia del mismo.
miércoles, abril 02, 2008
La búsqueda de sentido
El sentido de lo que hacemos no está determinado por la ausencia de algún sin-sentido. Estudiar, trabajar, tener una familia, una vida social estable, todo esto con facilidad otorga un sentido, pero no es el sentido mismo. El sentido no es sinónimo de estable; lo estable es rutina, y lo rutinario ni siquiera necesita un sentido, es suficiente con su mecanitud, que todo funcione igual, que todo haga lo mismo.
Una rutina armoniosamente estable no busca un sentido, pues cree ya poseerlo; pero ello no es más que su propio engaño.
El sentido es indómito, huye de sí mismo para de algún modo de no dejar de encontrarse; el sentido se perpetúa en lo efímero, es una constante búsqueda muchas veces furtiva, muchas veces silenciosa, incluso muchas veces incierta; el sentido es constante reinvención.
Una rutina armoniosamente estable no busca un sentido, pues cree ya poseerlo; pero ello no es más que su propio engaño.
El sentido es indómito, huye de sí mismo para de algún modo de no dejar de encontrarse; el sentido se perpetúa en lo efímero, es una constante búsqueda muchas veces furtiva, muchas veces silenciosa, incluso muchas veces incierta; el sentido es constante reinvención.
sábado, febrero 23, 2008
Ser uno ante uno mismo
La realidad está llena de obstáculos, dificultades que aparecen a cada instante y no todas tan fáciles de vencer.
Pero una dificultad también es un pretexto para no tener que enfrentarnos con nosotros mismos, esa otra realidad para las que las palabras, justificaciones y excusas no tienen validez.
Pero somos tan hábiles que de hecho nos engañamos, nos convencemos de nuestro propio fracaso, nos compramos nuestra propia farsa.
Y allí nuestra primera batalla: ante nosotros mismos. Luego el mundo simplemente será un obligado cómplice de nuestra mentira, de esa falsedad llamada uno mismo.
Pero existe otro fraude aún peor, ese que nos hace creer que todo lo podemos. No todo lo podemos; somos una limitación muchas veces reducida escasas posibilidades.
Escasas posibilidades, pero fundamentales. Y como tales no las podemos desperdiciar, dejar pasar.
No debemos dejar vencernos por nosotros mismos, no somos ni el peor de los perdedores, ni el mejor de los mejores.
No hace falta conocernos a nosotros mismos, ya nos conocemos en la medida que somos, lo que hace falta, en todo caso, es re-conocernos, encontrarnos, volvernos a conocer, y a nuestras posibilidades y limitaciones; no somos perfectos, y quizá sólo en la medida que lo vemos tal vez se pueda aspirar a algún modo de perfección.
Pero una dificultad también es un pretexto para no tener que enfrentarnos con nosotros mismos, esa otra realidad para las que las palabras, justificaciones y excusas no tienen validez.
Pero somos tan hábiles que de hecho nos engañamos, nos convencemos de nuestro propio fracaso, nos compramos nuestra propia farsa.
Y allí nuestra primera batalla: ante nosotros mismos. Luego el mundo simplemente será un obligado cómplice de nuestra mentira, de esa falsedad llamada uno mismo.
Pero existe otro fraude aún peor, ese que nos hace creer que todo lo podemos. No todo lo podemos; somos una limitación muchas veces reducida escasas posibilidades.
Escasas posibilidades, pero fundamentales. Y como tales no las podemos desperdiciar, dejar pasar.
No debemos dejar vencernos por nosotros mismos, no somos ni el peor de los perdedores, ni el mejor de los mejores.
No hace falta conocernos a nosotros mismos, ya nos conocemos en la medida que somos, lo que hace falta, en todo caso, es re-conocernos, encontrarnos, volvernos a conocer, y a nuestras posibilidades y limitaciones; no somos perfectos, y quizá sólo en la medida que lo vemos tal vez se pueda aspirar a algún modo de perfección.
viernes, enero 18, 2008
Acerca del desear
Desear, ¿qué se cumple con sólo desear? Tal vez espectativas tan perfectas como inalcanzables.
El deseo es un otorgador de metas y sentidos, de anhelos, de esperanzas; el deseo siempre está allí, en ese horizonte, subsistente a cualquier tempestad, o por lo menos subsistente en la medida que este deseo más profundo e imponente se halle presente.
Pero sólo desear no nos hace poseedores, sólo imaginar un futuro prospero por más cercano que sea se puede distanciar aún más con cada paso que no es dado.
El sólo deseo se torna una incierta apuesta; pero el avanzar, el ir hace ese deseo muchas veces también.
¿Cuándo se produce la concreción, cuando ya no queda más nada por esperar, cuando no queda más nada por hacer? ¿O bien la concreción se inicia cuando aquello que queremos se presenta visible y alcanzable? ¿Ahí podemos decir que lo logramos? ¿O la importancia de todo lo que hacemos es tal que con sólo dar un mínimo paso nos podemos sentir consquistadores de cualquier desierto e inconmensurabilidad?
Nunca alcazar algo sin duda no es lo mismo que fracasar, así como que algo sea inalcanzable nunca será justificativo par nada intentar.
El deseo es un otorgador de metas y sentidos, de anhelos, de esperanzas; el deseo siempre está allí, en ese horizonte, subsistente a cualquier tempestad, o por lo menos subsistente en la medida que este deseo más profundo e imponente se halle presente.
Pero sólo desear no nos hace poseedores, sólo imaginar un futuro prospero por más cercano que sea se puede distanciar aún más con cada paso que no es dado.
El sólo deseo se torna una incierta apuesta; pero el avanzar, el ir hace ese deseo muchas veces también.
¿Cuándo se produce la concreción, cuando ya no queda más nada por esperar, cuando no queda más nada por hacer? ¿O bien la concreción se inicia cuando aquello que queremos se presenta visible y alcanzable? ¿Ahí podemos decir que lo logramos? ¿O la importancia de todo lo que hacemos es tal que con sólo dar un mínimo paso nos podemos sentir consquistadores de cualquier desierto e inconmensurabilidad?
Nunca alcazar algo sin duda no es lo mismo que fracasar, así como que algo sea inalcanzable nunca será justificativo par nada intentar.
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