Filosofándonos

"Si es necesario filosofar, es necesario filosofar. Si no es necesario filosofar, de todos modos es necesario filosofar, porque sólo filosonfando se puede demostrar la necesidad de prescindir de la filosofía". Agustín de Hipona.

sábado, mayo 19, 2007

Acerca del consumismo

A esta altura del presente resulta casi innegable que un mundo consumista nos acosa; marcas y productos expandidos de manera mundial; un mercado para cada tipo de persona; modas; tendencias; todo con un único fin: el consumo.

Todo lo nombrado quizá no sorprenda a nadie, pero creo que lo que debería de sorprender son los cada vez más explícitos métodos de persuasión (llamados “publicidad”), que no sólo parecieran ser un inofensivo eslogan de determinada empresa o mercado, sino tal vez la más nefasta de las concepciones del individuo. Paso a ejemplificar.

Me he topado con un comercio cuyo nombre o lema es: “dime cómo vistes…”, dejando los puntos suspensivos, pero que, siguiendo el conocido refrán, no es difícil darse cuenta del resultante: “… y te diré cómo eres”.

Este “dime cómo vistes (o a qué lugares vas, o qué compras, etc.)” pareciera definir al individuo de hoy, un pobre enajenado que todo lo quiere (y debe) conseguir; sino no será “nada”.

La cantidad, principalmente de costo monetario, hoy pareciera hacer a la calidad y también a nuestro “status”.

Aquel díctum sartreano de “somos lo que hacemos (y no lo que podríamos hacer)” con facilidad lo podemos traducir como “somos lo que consumimos (y no lo que podríamos consumir)”.

martes, mayo 01, 2007

“Si no existieras te inventaría”

En un primera instancia algunas dudas me suscita esta frase; luego de pensarlo un poco creo que mí posición no resultaba del todo sólida, o por lo menos dejaba entrever la fragilidad de ciertos argumentos, y como se puede suponer, si ciertos argumentos resultan débiles la conclusión que de ellos se desprenda difícilmente pueda esgrimir algún tipo de solidez.

Instantes de ocio imperan en estos momentos, por lo que reconstruiré mí primera posición ante dicha frase, para, por último, presentar la que considero más certera, o por lo menos más representativa de lo que, en un determinado contexto, se quiso expresar.


* Primer análisis de la frase (un tanto negativo si se quiere)

“Si no existiera te inventaría.”

La frase es una especie de condicional-causal, y a esto lo vemos claramente con la formulación “si no… te…”. Los puntos suspensivos pueden ser llenados con lo que se nos ocurra, p. ej., “si no haces la tarea te prohíbo mirar tele”; “si no comés todo te quedás sin postre”, etc. En otras palabras, una acción es determinante (causal) de otra.

Con respecto a nuestra frase lo que se condiciona es la existencia de alguien (“si no existieras…”), y seguidamente la consecuencia de que ello sea así (“…te inventaría.”).

Ahora bien, la cuestión creo que podría ser la siguiente: ¿puede ser algo inventado de la nada? En una respuesta rápida se podría decir que sí. Lo que en todo caso no sería tan sencillo de sostener es que lo inventado (a partir de la nada) se corresponda (es decir, se parezca o se asemeje) a lo efectivamente existido; podría ser algo muy parecido pero sin duda nunca lo mismo. ¿Y qué consecuencia nos podría traer esto? Pero antes de responder esta pregunta intentaré ampliar un poco más la situación de aquello que se inventa.

Lo que se inventa sería algo así como abstracto, es decir, no tendría una forma determinada (puesto que no se podría parecer a nada, dado que ese algo a lo que se podría parecer no existe). Y si fuera una abstracción no podría ser hallado en nada concreto (en ninguna cosa, en ninguna persona), o todo lo contrario: puede ser hallado en toda y cada uno de las cosas existentes (ya que no se tendría conocimiento preciso de algo particular).

Supongamos que esto que se inventa sea simplemente el sentimiento que nos hace, valga la redundancia, sentir la otra persona. Entonces la situación en que podríamos encontrarnos sería más o menos la siguiente: no tengo a la persona (puesto que no existe), pero tengo el sentimiento que sentiría si existiera; pero como no existe, como no la puede hallar, no me queda más remedio que inventarla, que crearla en mí mente o en mí imaginación.

¿A qué conclusión llegamos? Principalmente a que si se inventa no podría ser nunca la persona concreta, dado que lo que se inventa es sólo un sentimiento abstracto, que de ser hallado en una persona sería prácticamente casual. Motivo por el cual, de no existir la persona, eso que se inventa no se podría corresponder con ninguna.

Entonces la gravedad de la cuestión aumenta: aquella persona (existente) podría no ser más que la que “por azar” (o simple cuestión de probabilidad) reunió aquello que de no existir inventariamos… y aquello que se inventa por lo general siempre responde a un ideal, y en cuestión de ideales podríamos decir que, justamente por su calidad de ideal, nunca podría ser tal en la realidad. Y de esto se podría desprender lo siguiente: persona=ideal; o si se quiere: existencia=invención. Es decir, se estaría equiparando lo real con lo ideal; pero por definición, lo ideal siempre permanece un paso más delante de lo real, así que en el caso de que algo no exista, es posible inventarlo, pero si se lo inventa ya no podrá ser real (posible como persona concreta), porque como se dijo, lo inventado (lo ideal) no es equiparable, igualable, a lo real.


Hasta aquí el primer análisis, veamos ahora el segundo.

* Segundo análisis.

Si no existieras te inventaría.”

La pregunta es: ¿cómo podría ser posible que inventásemos algo que se pareciera a algo que no existe? Aquí (como se dijo párrafos más arriba) lo que se inventaría sería el sentimiento. Ahora bien, ¿qué características tendría este sentimiento? Aunque creo que la pregunta, para hacerla con más precisión, debería ser: ¿podría tener (estos sentimientos inventados) las mismas características que las que se hallan en la persona?

Una respuesta que lisa y llanamente se puede dar es que sí, que esto es posible [en realidad es discutible, pero vamos a suponer que estamos de acuerdo con esta respuesta]. Entonces lo que nos quedaría por intentar ver es cómo esto podría ser posible.

Con la frase lo que básicamente se quiere decir es que si te tuviera que inventar, sin duda que lo inventado sería igual a vos. Y esta igualdad quizá sólo sea posible al ser realmente única la persona.

Ahora bien, se me podrá decir que todos somos únicos, y si lo dicho es así, esa invención que se haría se podría ajustar a cualquiera. Pero no es así. La invención (producto de un ideal) es única, y si esta persona llegase a existir, también lo sería; por lo que, en el caso contrario, es decir, en el caso de no existir, se la podría inventar, con la seguridad de que si llegase a existir sería la misma.